2. Ninguna iniciativa es inútil. Con frecuencia de una manera inesperada, todo lo que hacemos lleva intrínseca una respuesta


Patricia Correales
Socia fundadora/Gerente Comercial de la marca H22O (agua embotellada)
Publicista
31 años


Patricia es alta y elegante, lleva el pelo liso y con iluminaciones doradas con la misma desenvoltura con la cual se expresa usando una voz muy suave. Estudió Publicidad y durante algún tiempo fue la fundadora y directora de la revista 22, que quizá algunos de ustedes se encontraron al ir de compras o al gimnasio, pues esa publicación la compraban las empresas para obsequiarlas a sus clientes cuando iban a sus puntos de venta o locales.

La revista tenía un formato muy pequeño (10,5 por 11 cm) y contenía secciones de fotografía, arte, personajes, viajes y temas de New Age. Y aunque Patricia siempre pensó que quería hacer una revista, porque no se sentía del todo a gusto trabajando para alguien, nunca se imaginó la forma en que finalmente su idea de la publicación se materializó.

Sin embargo, algunas dificultades le mostraron que su camino no podía seguir por ese mismo lado si quería ser realmente consecuente con lo que en la revista decía. Cómo ocurrió esto y de qué manera volvió a encontrar su norte, es lo que me gustaría contarle.

Una vez graduada, Patricia se empleó en una agencia de publicidad durante un año y medio. Después trabajó un tiempo en la revista Cromos, durante el período de alistamiento de una nueva publicación. Quería estudiar en el exterior, así que decidió irse para Francia en 1998, a estudiar un Major de Comunicaciones Internacionales en la Universidad Americana de París y luego, un Máster en Educación en la Sorbona.

Allí tuvo momentos de gran soledad y se enfrentó a eventos que la pusieron muy triste, le hicieron mucho daño. Tuvo que esforzarse para superar la tristeza y el abatimiento y aún hoy prefiere no ahondar en esos recuerdos dolorosos. Sin embargo, a punta de perdón y reflexión, logró sobreponerse a su pena y dolor y surgió de todo esto fortalecida, de nuevo feliz de estar viva.

Uno de esos días, ya recuperada, mientras caminaba por París, se le ocurrió que quería hacer una revista que le diera herramientas a la gente para ser feliz, no por la vía de las cosas cómicas, sino por la vía espiritual, búsqueda en la que ella misma se encontraba. La idea comenzó a tomar forma en su mente, mientras que terminaba sus estudios, de manera que cuando regresó a Colombia, en 2005, tenía claro que la quería hacer, pero le tomó seis meses armar la idea en su mente antes de decidirse a producirla.

En Diciembre de 2005 inscribió la revista en la Cámara de Comercio y pensando en el nombre, decidió llamarla revista 22, entre otras cosas porque había leído un libro “Conversaciones con Dios”, el cual mencionaba que “Dios nos habla con símbolos”. Y según sus conocimientos, “el 22 es el número que habla de la evolución del ser hacia algo mejor”. Se empezó a encontrar el número en todas partes: en el recibo del cajero, en el papelito que le daban en la calle… Incluso por coincidencia, la fecha del registro del nombre de la revista fue el 22 de diciembre y la revista empezó a circular la semana 22 de 2006.

Patricia invirtió sus ahorros en el proyecto sabiendo que, según dicen los que entienden del tema, el punto de equilibrio de una revista se alcanza más o menos en año y medio. En enero de 2006, cuando conocí a Patricia, su revista llevaba 10 meses de existencia, tenía un tiraje de 10.000 ejemplares al mes y contaba aproximadamente con 300 suscriptores. La opción de la suscripción surgió porque cada vez más gente llamaba para pedir que se la enviaran, no querían perderse el próximo número. Y aunque el concepto era tener una revista gratuita, pareció muy apropiado que los clientes quisieran asegurarse de tenerla, así que ella montó el esquema.

En ese momento ella no sólo trabajaba haciendo la revista, aunque ésta le generaba trabajo para eso y mucho más. Paralelamente, conservaba un empleo de medio tiempo en una compañía que se encarga del manejo administrativo de varios colegios en Bogotá, el cual aún tiene. Allí dicta talleres a profesores sobre temas de comunicación y enseñanza, que después ellos deben replicar a los alumnos. También trabaja con los niños, en programas que ayuden a reforzar su autoestima, a creer en sus sueños y cultivar la alegría de estar vivos. Y cuando puede, también hace consejería para niños y jóvenes.

Con el salario mantenía su revista, pues tenía cuatro empleados (Diagramador, contador, secretarias) y varios contratistas. Era difícil a veces mantenerse firme con su proyecto cuando se veía tan llena de trabajo, pero con disciplina logró sacar el número de cada mes y su iniciativa empezó a tener más visibilidad, pues le hicieron entrevistas para el canal 6, la revista Publicidad y Mercadeo y la emisora la W, en el programa “La hora del regreso”.

Cada vez que recibía una carta de agradecimiento de un lector o un mensaje de apoyo felicitando al equipo por la labor realizada, a Patricia se le olvidaban las trasnochadas y el esfuerzo económico que estaba haciendo, porque estaba convencida de estar dando algo valioso al mundo gracias a su esfuerzo.

Sin embargo, a mediados de 2007, las proyecciones financieras de la revista no eran las mejores, pues el crecimiento no apuntaba al logro del punto de equilibrio y ella preveía dificultades económicas para seguir manteniéndola, pues los ahorros se habían ido acabando y la revista aún no podía sostenerse por sí misma.

Era una paradoja, porque los lectores parecían recibir bien la publicación y los comentarios eran buenos, pero los ingresos no eran los esperados. En medio de esta crisis, Patricia se encontró con un artículo del calentamiento global, de esos que afortunadamente ahora abundan para que tengamos consciencia del daño que hacen al planeta las emisiones de los vehículos y aviones, la tala de los bosques para crear papel y empaques, la contaminación originada por los procesos industriales y la falta de reciclaje.

Entonces se le ocurrió que su revista estaba, vía el consumo de papel, ayudando a incrementar la desaparición de bosques. Hizo una proyección de las necesidades de papel para su revista en caso de logro del punto de equilibrio y alcance de las utilidades en el largo plazo. Después calculó cuantos árboles podrían necesitarse para fabricar el papel que su revista demandaría. La cifra le pareció escandalosa y pensó que de alguna manera, su proyecto estaba contribuyendo al desastre.

A Patricia le pareció que la situación no dejaba de ser irónica. Por un lado, llegaban a mucha gente con un mensaje positivo, pero por otro, estaban afectando negativamente al planeta. Entonces, en una noche de insomnio, en la que pensaba a donde iría a parar todo el dinero que ya había invertido en la publicación, se acordó de un señor que había conocido hacía unas semanas gracias a la revista.

Esta persona poseía un manantial de agua y estaba buscando una manera de comercializarla, pero sin añadirle ningún tipo de químico, aditivo o conservante. Por eso lo había conocido ella, porque la revista iba muy enfocada al modo de vida sano y la alimentación balanceada y parecía buena idea hablar del tema en su publicación.

Esa misma noche se desveló concretando la idea que se le había ocurrido: crear una marca de agua, cuya producción y empaque no implicara arrojar químicos nocivos al medio ambiente y con los ingresos contribuir con la educación de niños de bajos recursos. Deseaba, al día siguiente, hacerle la propuesta al dueño del manantial apenas se levantara.

Así comenzó una nueva aventura. Cerró la revista en la edición número 13, publicando en los últimos ejemplares publicidad para que la gente sembrara un árbol y adquiriera las revistas que ella tenía en reserva. No era fácil terminar con todo, porque su publicación alcanzó a circular más de 100.000 ejemplares durante un poco más de un año y había trabajado muy duro para sacarla, pero el nuevo reto la emocionaba.

Paralelamente, siguió con los trámites para la nueva iniciativa. La marca elegida fue H22O, se investigaron e implementaron todos los requisitos que eran indispensables para asegurar que se entregaría un producto excelente a los clientes y se definió que el agua del manantial sería embotellada en un material reciclable que reemplaza al plástico y que, a diferencia de éste, es biodegradable.

Poco a poco, comenzaron a tocar puertas para la distribución y hoy su agua se vende en los Star Mart, Supermercados ROMI, VIPs, algunas compañías de catering de aviación y en ciertas entidades del sector educativo, como colegios y universidades. En este caso, el punto de equilibrio se alcanzó en menos de un año, como confirmando las bondades de la idea y pronto comenzó a dar ganancias, con lo cual Patricia ya no tuvo nuevamente noches de insomnio.

“Hoy me doy cuenta que de no haber sido por la revista, la cual disfruté mucho mientras existió y representó para mí un sueño hecho realidad, no hubiera llegado a la idea del agua. Mi conclusión de esto es que todo pasa por una buena razón y que el éxito de una compañía que empieza, radica en tener paciencia, confianza y especialmente, estar muy alerta, saber cuándo detenerse, cuando seguir, por cuál camino desviarse y sobre todo, preocuparse por servirle a la humanidad desde todos los puntos de vista”, expone.

Si su primera idea para trabajar en lo que le gusta no está dando los resultados que espera, como le ocurrió a Patricia, no se diga de inmediato que ha fracasado y debe volver a lo mismo de antes, o rechazar de plano comenzar de nuevo. Probablemente, haya un mensaje importante en ese intento, algo que de otra manera no habría podido descubrir.

Esfuércese en encontrarlo, en descifrar cual es la variación que debe hacer para encontrar nuevamente su rumbo. Y para ganar perspectiva, es bueno recordar que aún estas experiencias dolorosas nos dotan de nuevas habilidades y conocimientos, que con seguridad serán necesarios para esa nueva alternativa que nos espera a la vuelta de la esquina. Como dice María Elvira Pombo, la terapeuta de ángeles: “Las cosas no salen mal, salen distinto a lo que esperabas”.