3. La cantidad de plata que ganes no es la medida de qué tan bien estás haciendo las cosas.


Laura Jiménez
Coach
Psicóloga
29 años


El día que conocí a Laura fui a la casa transformada en oficinas en la que hace coaching a sus clientes y que comparte con otros colegas. Ella estaba terminando una sesión con uno de sus coachees y nos cruzamos en la entrada. Como no nos habíamos visto antes, ella me dejó seguir sin saber quién era yo, pero sospechándolo.

Es una mujer joven y bonita, que usa el pelo largo con iluminaciones que resaltan sus brillantes ojos verdes. Sonríe con frecuencia y habla con facilidad, como un orador experimentado, de esos que hechizan a los auditorios. Hay una llamita que parece arder en ella, una convicción que no se encuentra con facilidad en alguien tan joven, pero es que ella ha recorrido un camino largo en poco tiempo.

Laura no supo con facilidad qué quería hacer desde el principio, pero su intuición siempre le avisó cuando las cosas dejaban de estar bien, cuando ella necesitaba algo más. Recién se graduó del colegio, se fue un año a Francia, a Montpellier. No tenía muy claro qué quería estudiar, pero en aquel tiempo que estuvo sola descubrió en su interior una gran sensibilidad por la vida y por los otros. Un día, mientras estaba allá todavía, llamó por teléfono a sus padres y les contó que iba a estudiar Psicología.

Y llegó a hacerlo. Durante la carrera terminó con su novio de seis años y empezó a encontrar una parte de sí que define como “rebelde”. Nada de aceptar el concepto de los otros sin digerir. Esto lo vivió cuando casi todos sus compañeros querían dedicarse a la Psicología clínica y ella en cambio, quería Psicología Organizacional.

En los dos últimos años de universidad hizo sus prácticas, una parte de Organizacional en Transmilenio y otra en clínica, con los consultores de psicología de la Universidad Javeriana, que trabajaban con personas que viven en estratos 1 y 2.

Ocurrió que el tema de clínica le resultó doloroso, quedaba muy cargada negativamente de las sesiones, pues el psicoanálisis la llevó a ver mucho sufrimiento, impotencia y dolor en la gente. En cambio, en la práctica organizacional, que fue pesada y consumió la mayor parte del tiempo, se sintió a gusto. Así que confirmó su hipótesis: se sentiría mejor trabajando con empresas.

Presentó su tesis seis meses después de terminar las materias y le ofrecieron entrar a una multinacional de selección de personal y consultoría en recursos humanos. Allí trabajaba una psicóloga muy renombrada y con gran experiencia, que sería su jefe. Con ella trabajó un mes en temas de selección, porque a eso se dedicaba principalmente la compañía. Como todos los primeros trabajos, en este se sintió desubicada al comienzo, pero poco a poco fue aprendiendo la manera en que se hacían allí las cosas.

Al poco tiempo, cuando su jefe decidió irse de la compañía, ella comenzó a sentir que necesitaba más carga, porque estaba viendo que tenía tiempo y las demás empleadas tenían demasiado trabajo. Así que se fue a la oficina del Gerente, a decirle esto.

Le asignaron un proceso de selección de una compañía multinacional, en inglés, cuando apenas llevaba un poco más de un mes en la compañía. Después le contarían que eso normalmente no ocurría antes de los seis meses.

Allí se quedó dos años y medio, aprendió mucho, pero empezó a sentir que ya sabía hacer ese trabajo, que era demasiado operativo y que ella necesitaba algo más. Nuevamente fue a hablar con su jefe, con el cual había desarrollado una relación cercana durante ese tiempo.

Con la honestidad que la caracteriza, le dijo que quería dejar de trabajar en el tema de selección, porque necesitaba otra cosa, se estaba aburriendo. Él le preguntó qué quería. Ella le dijo que quizá algo que tuviera que ver más con Desarrollo Organizacional.

Después de esa charla, le salieron varias propuestas de trabajo de la competencia. Entonces su jefe le dijo que, si se iba a ir a trabajar allá, mejor se fuera a la competencia “buena” y llamó a la empresa de selección y recursos humanos en la que trabajaba su esposa. Le contó el caso e inmediatamente la pasó al teléfono. La señora le dijo que pasara cuanto antes para conocerla y hablar del tema.

−Tengo que ir antes a la peluquería a cepillarme –dijo Laura. Ella es naturalmente crespa y ese día no se había cepillado el pelo.
− ¿Te volviste boba? –Le dijo el Gerente.

Así que fue de inmediato. Durante la entrevista volvió a decir que no quería hacer nada más de selección, ni búsquedas de personal y cuánto esperaba ganar de salario. Sorpresivamente para ella, su nueva jefe aceptó y ella comenzó a trabajar temas de assessment, evaluación por competencias, feedback, reconocimiento y planes de desarrollo, para mandos medios y altos ejecutivos.

Al principio, le daba mucha ansiedad ese trabajo porque debía dar retroalimentaciones negativas, decirle a la gente qué estaba haciendo mal o “qué podía hacer mejor”. Pero tenía una jefe muy humana, cercana, amorosa y sencilla, quien dice la ayudó mucho. Aprendió a hacer esas observaciones con tacto y firmeza. A los seis meses, después de una presentación en una empresa muy grande de lácteos, sus jefes la felicitaron.

Por esa época la llamaron de una compañía para trabajar en un cargo nacional en el área de recursos humanos, haciendo selección de personal. Ella lo pensó, porque el salario era muy bueno, pero pudo más la conciencia de sí misma, porque ella ya sabía que selección no era lo que quería hacer.

Aún no había respondido a esa oferta cuando sus jefes la mandaron llamar, porque se habían enterado de lo que estaba pasando.

−Tenemos una propuesta que hacerte –le dijeron.

En la empresa estaban haciendo un proyecto de liderazgo para la empresa de lácteos, y querían trabajarlo desde la perspectiva del Coaching. Ya habían conseguido la compañía que capacitaría a los participantes del proyecto, e iban a formar dos personas de la organización, porque el curso era costoso. La propuesta era que ella tomara ese curso junto con otra persona.

A Laura inmediatamente le sonó el tema y sin pensarlo mucho dijo sí. Le producía ilusión estudiar algo como eso, para fortalecerse más en temas de desarrollo organizacional.

El primer día de su capacitación como Coach le produjo resistencia. Salió algo contrariada, pues sentía que lo que decían no tenía sentido ni fundamentos teóricos. Claro, ella había estudiado psicología y “creía que todo debía ser diagnosticable de forma científica antes de intervenir a una persona”, recuerda. Ciertamente, el tema de ver tanta emocionalidad no le gustaba y la idea de trabajar de una forma que le parecía menos objetiva, en donde las personas no fueran exclusivamente vistas por lo que hacían, sino por quienes eran, le causaba dudas.

Sin embargo, el segundo día fue diferente. El discurso del Coaching le despertó su sensibilidad, algo contra lo que ella siempre había luchado. Sintió que podría apasionarse por eso, pues se hablaba con insistencia de recobrar la autenticidad y quitarse la máscara.

Los demás asistentes estaban preocupados por el tema de los clientes, y hacían muchas preguntas: ¿Cómo conseguiremos nuestros coachees?, ¿Cómo vamos a hacer para demostrarles que nosotros si somos las personas que les podemos ayudar y no otras?, ¿Cuánto podemos cobrar?

La situación de Laura era diferente, pues ella ya tenía sus clientes definidos y los costos los asumía la empresa. No obstante, la ocupaban otras preocupaciones, como por ejemplo, ¿qué hacer con toda esa información que le estaban dando? ¿Hasta dónde iba a aplicarla en su vida? ¿Qué otras cosas podría ella modificar? Sentía la responsabilidad del cambio consigo misma, pues su instinto le decía que podía hacer algo por los demás, y empezó a darse cuenta de que ahora su camino iba a ser diferente.

Sus primeros clientes fueron los líderes de la empresa de lácteos. Ella era consciente de ser una neófita en el tema, pero lo superó diciendo desde el primer día que ella estaba allí sólo para ayudar, que la vieran como una más dispuesta a apoyarlos en los retos de todos los días. Se propuso confiar realmente en ellos y en su capacidad innata para estar cerca de la gente, orientándolos y apoyándolos, pero sin necesidad de decir mucho.

Ese proyecto se prolongó por un año, mientras que paralelamente seguía con el curso. Lentamente, al ver los resultados, empezó a nacer en su conciencia el tema del valor de su trabajo. Entre tanto, la compañía facturaba por cada hora de Coaching suya mucho más de lo que ella realmente recibía.

La verdad es que le encantaba su trabajo de coach: hablar con los líderes y ayudarlos, ir a las reuniones “de los lunes”, donde cada uno discutía lo que le pasaba con sus Coachees en Targeting Results, la casa en que se reunían y asistir a quienes dictaban los talleres de “Momentum Coaching Básico” —que son 2 días en los que las personas definen si realmente les interesa o no el Coaching—. Laura se quedaba todo el tiempo posible con sus maestros, aprendiendo.

Así que consultó con su jefe directa el tema, diciéndole que ella creía era hora de ajustar su remuneración. La jefe le dijo que hiciera una propuesta. Laura investigó con sus maestros (ahora colegas), calculó una oferta, la revisó con su compañera, la otra profesional que estaba tomando el curso de Coach y a ella le pareció justa.

Se fueron a mostrarle la propuesta a su jefe directa y antes de comenzar la reunión, llegó la Gerente a comentarles algo y les preguntó en qué estaban. Cuando le dijeron, quiso quedarse a escuchar.

Cuando Laura terminó de contar cuál era su propuesta y la nueva remuneración, la Gerente dijo que no estaba de acuerdo y se retiró de la reunión. Confundidas, se fueron cada una a sus obligaciones y después, la Gerente fue a hablar con Laura y le dijo cuales eran las condiciones que la empresa estaba dispuesta a aceptar, que eran muy inferiores a las propuestas por ella.

Laura no le dijo que no, solo le agradeció la información. Después habló con su Coach y le contó, entre triste y alterada, el tema.

−Estoy esperando a calmarme un poco para ir a hablar con mi jefe directa, porque la verdad con la que estoy más desilusionada es con ella. Me pidió que hiciera una propuesta, me dio alas y ahora cuando la Gerente no está de acuerdo, ella no dice nada.
−¿Y es que necesitas calmarte?— le dijo el Coach.

Laura pensó que tenía razón, mejor ir así con los sentimientos a flor de piel, con la frustración completa. Después de todo, ella no iba a ser irrespetuosa y si lo era, no importaba. Había algo más grande detrás de todo eso. Su jefe la escuchó y le dio la razón, pero le pidió entender que eso se salía de sus atribuciones, ella no podía aceptar la propuesta, sino que la Gerente era quien aprobaba esas cosas.

Tiempo después, cuando estuvo más tranquila, se dio cuenta que ese paso era necesario: por lo menos ya sabía qué podía esperar de la compañía. Siguió con su curso de Coaching y aprobó la Audición Final en Noviembre de 2006, cuando fue certificada.

Estuvo de vacaciones, pensando mucho en qué iba a hacer. Había mucho trabajo, sabía que era valorada en la empresa, pero entendía que ella no estaba dispuesta a recibir menos de lo que sabía que valía su labor. Tener su empleo era cómodo, pero ella no se sentía feliz haciendo esa concesión. Y se dio cuenta de que la felicidad quizá no era que a los ojos de todo el mundo las cosas estuvieran perfectas, sino que ella fuera coherente consigo misma.

Así que fue a hablar con sus jefes y les dijo que trabajaría hasta el 1 de Marzo de 2007, momento en el que terminaría un proyecto que estaba en curso, ya que se iba a independizar. Se sorprendieron mucho, pero lo entendieron. Laura estaba un poco ansiosa por su reacción, pero ellas estaban muy agradecidas por su gestión, así que le dijeron que respetaban su decisión y que allí las puertas estarían abiertas siempre para ella.

Durante los meses finales, Laura tuvo que lidiar con el miedo que le empezó a producir su nuevo camino. No era fácil, porque aunque sabía que eso era lo que quería hacer, el salto a lo desconocido siempre produce ansiedad y ella la tenía. En una reunión familiar, cuando estaban hablando del tema, cuenta que no podía sino llorar y llorar. Hoy dice que es sano admitir que se tiene miedo, que el cambio no es fácil y simplemente estar preparada para afrontarlo. Para ella llorar fue terapia.

Cuatro meses después, ya tenía más de 10 clientes y continuaba ejerciendo tiempo completo el Coaching en la casa de Targeting Results, donde trabajaban también los demás Coachs. Al principio tuvo algunos problemas con la recuperación de cartera, pero no se dejó atemorizar por eso, simplemente empezó a tomar la precaución de pedir un anticipo del total de horas de Coaching antes de empezar y después facturaba el resto al terminar. Este nuevo modo de operar demostró que sus clientes se esforzaban más por hacerse responsables de lo que habían pagado, por lo cual el enfoque evolucionó hacia solicitar los pagos completos por anticipado y no por sesión de Coaching.

Como también dedicaba parte de su tiempo a ofrecer los servicios de Coaching a empresas (Gestión Comercial), pronto sus esfuerzos dieron frutos, pues pudo comenzar, en equipo con sus nuevos colegas, a prestar servicios de nuevo en organizaciones. Esto demostró, por obvias razones, ser más rentable que el coaching individual. Sus ingresos siguieron mejorando y hoy ya niveló los ingresos que habría recibido como empleada y un poco más.

El tema del dinero dice ella, es uno de los demonios que uno debe enfrentar. Al comienzo, con el tema del flujo de caja incierto, ella tuvo que aplazar el cambio de su carro y en ocasiones decirles a veces a sus amigos que no salía porque no tenía plata, cosa que antes nunca le pasó. Pero esos “sacrificios” no le pesaron, sino que los vio como parte del proceso. “La cantidad de plata que ganes no es la medida de qué tan bien estás haciendo las cosas”, dice.

No obstante, a ella el tema económico se le sigue dando para mejorar. “Es impresionante ver que lo que pudo ser problema o dificultad, hoy se ha vuelto una oportunidad”, recuerda. A mediados de 2.007, Targeting Results empezó a darle un viraje a su negocio y ello a la larga implicó un cambió de nombre, pues ahora la compañía se llama Coaching Group. El tema es que a principios de 2.008, los dueños le hicieron una oferta a Laura para que se vinculara como socia a la empresa. No había mucho que pensar, era la propuesta soñada, así que ella aceptó. Esto le implicará hacer unos aportes económicos al negocio, pero está tan convencida del proyecto, que no le surgieron dudas: “Nos dedicamos a producir cambio, transformación y evolución en las organizaciones y para ellas”, cuenta.

Ahora está planeando irse en un futuro cercano a hacer un curso de Liderazgo, en San Francisco. Este programa lo imparte la misma compañía que creó el modelo de Coaching con el cual ella se formó, y en él podrá compartir con gente de otros países y culturas, al tiempo que desarrolla sus habilidades y características como líder, sin dejar de responder a la necesidad de ser creativa, espontánea y sobre todo seguir siendo ella misma, para después poder facilitar procesos de desarrollo en los demás.

“Tengo la firme ilusión de trabajar impactando más personas, y a través del trabajo uno a uno en Coaching eso es menos probable. Por esto, chévere hacer algo que me abra las puertas a ese sueño y que me permita retarme a ver una versión mía diferente”, dice. Con seguridad, nuevos caminos y bifurcaciones seguirán abriéndose en su vida, aparecerán más oportunidades y gente a la cual ayudar.

Hacerle caso a ese impulso interno que la instaba a moverse, a evolucionar, le valió a ella obtener la perspectiva que hoy tiene. ¿Cuándo le va a dar usted perspectiva a su vida?